20 de julio de 2015

Anuncio del Hotel Camagüey en el Havana Post (1912)

El anuncio apareció en al menos estos tres números de diciembre de 1912. Nótese que el hotel solo ofrecía el "american plan" a razón de entre $4,00- $6,00 por día y por persona.



9 de julio de 2015

Van Horne en la toponimia camagüeyana

La editorial Ácana presentó en la última Feria Cubana del Libro, "Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia", del talentoso historiador Marcos Tamames Henderson. La obra quedará como libro de referencia obligada para los lugareños y turistas que quieran conocer un poco más sobre el origen del nombre de muchas de las calles de la ciudad. Es una pena que no haya sido editado con ilustraciones de época y/o actuales, pero comprendemos que el sistema de impresión utilizado no les permite hacer actos de magia. El índice completo puede consultarse aquí, donde también está siendo publicado por entregas, semanalmente. Sobre la proyectada estatua de Sir William Van Horne, de la que se habla en el texto, volveremos en otra entrada.


CALLE NUEVA, VAN HORNE, MARIO ARÓSTEGUI.

Surge con la construcción del ferrocarril en  1909 cortando en dos la manzana limitada por de Francisquito y de Ignacio Sánchez. Se extiende desde San Juan hasta de la Reina. Su reconocimiento como calle Nueva resulta expresión de modernidad, en un paisaje completamente construido.
Su bautizo está en función de reconocer la obra desarrollada en Camagüey por Sir William Van Horne, canadiense que no solo desarrolla el proyecto de trazar el ferrocarril Central de la isla sino además elige la región para los talleres centrales. La propuesta tiene lugar a cargo del concejal Armando Labrada en la sesión del 16 de junio de 1911, junto a topónimos como Campo de Marte, San Luis Beltrán, san Rafael, Santa Rita y San Martin.; pero no se tomó en consideración hasta el 10 de enero de 1922, fecha en que se acompañará de ambiciones mayores: “Colocar un busto en la explanada que forman las calles Avellaneda, Padre Olallo (delos Pobres), Francisquito y estación del Ferrocarril”. La respuesta fue concisa: “se estudiará si hay otra calle con ese nombre y con respecto al busto no es posible, pues allí se erigirá el del Lugareño”. Ante una figura extranjera, por más beneficios que haya traído al terruño, una autentica postura de patriotismo e identidad local.


La propuesta de 1922 estaba a cargo del Comité Pro-Homenaje a William Van Horne y fue analizada en sesión del 30 de mayo, ocasión en la que el concejal Salvador A. Lavera Santana recordaba que ya existía en el reparto Garrido un eje con ese nombre; Juan Acosta Álvarez, por su lado, sugería revocar el acuerdo que había dado nombre a la calle de Garrido y alegaba que la calle Nueva existía “en virtud de haberla abierto la compañía del Ferrocarril de Cuba, en época de Sir William Van Horne, al destruir edificios que allí existían con el fin de construir la actual estación de viajeros”. A ello agregaba el concejal Herrero “que todo el pueblo conoce la calle Nueva con el nombre de Van Horne, puesto que el mismo pueblo le ha designado ese nombre”; perspectiva desde la cual solo se trataba de legitimar en el marco oficial lo que por costumbre ya era un hecho. El 5 de junio de 1922 el alcalde municipal Andrés Morán daba por tomado el acuerdo.
Se rendía homenaje en la calle Nueva a William Cornelius Van Horne (Illinois, Estados Unidos, 1843- Canadá, [Montreal], 1915), quien en 1895 recibiera el título de Sir por la corona británica, y declarado Caballero Comendador de la Orden de San Miguel y San Jorge por sus aportes al desarrollo ferroviario de Canadá.



Los vínculos de Van Horne con el Camagüey surgieron a partir de su contacto con Gonzalo de Quesada y otros camagüeyanos en los Estados Unidos, lo que le hace visitar el Caribe en 1900, ocasión en que muestra interés por construir un ferrocarril centra en la isla, propósito para el cual funda la empresa The Cuban (sic) Company en Nueva Jersey el 24 de abril de 1900. En el proyecto de Van Horne, Camagüey fue una región especial. En abril de 1903, el gobierno cubano le cede en arrendamiento, por un plazo de veinticinco años , el antiguo Cuartel de Caballería , edificado en 1848 a la entrada de La Vigía y el 24 de noviembre de 1909 se hace efectiva la compra que hace de San Zenón de Buenos Aires a doña Catalina Vallejo, camagüeyana radicada en Barcelona. El periódico La Región, en artículo publicado en 1931, validó su figura con dos signos arquitectónicos al plantear:

Camagüey resultó beneficiado por las cualidades de aquel espléndido valiente. A nuestros días han llegado dos de sus empeños eprsonales, La Quinta San Zenón, donde está instalada la Escuela Normal, y el Hotel Camaguey, cuya adaptación dirigió personalmente, y cuyo magnífico patio fue surtido bajo su personal dirección con toda clase de plantas tropicales.

Su rebautizo por Mario Aróstegui arribó a ella posterior al triunfo de la Revolución y tomaba como elemento básico el hecho de que el bar El Capitolio tuvo el mártir de la lucha contra Batista algunas desavenencias con los militares de la dictadura. Con la demolición de este inmueble los veteranos colocaron allí un busto a Aróstegui que fue trasladado luego al parquecito de La Vigía para ser rehabilitado su microparque con el proyecto de la arquitecta Elizabeth García Vitar y el artista de las artes plásticas Jorge Luis Santana.

Mario Aróstegui o Van Horne, como todavía se le reconoce, pertenece al Casco Histórico.

© Marcos Tamames Henderson, 2014
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Mapa digitalizado por la Universidad de Wisconsin.

1 de julio de 2015

Los pilotos españoles Barberán y Collar en el Hotel Camagüey




Aunque ya tiene algunos años, resulta muy interesante la reseña que el periódico Juventud Rebelde hace sobre este libro que narra la hazaña del Cuatro Vientos, la llegada a Camagüey de los dos pilotos españoles, y su posterior desaparición cuando emprendieron el vuelo que los llevaría a México desde La Habana. ¿Un accidente o un atentado tramado por el dictador Gerardo Machado para vengarse de Joaquín Collar por haberse atrevido a tener relaciones con su amante? Hasta el presente no hay nada claro:

"Domingo y Fernández-Coppel comparten la versión oficial de la caída del Cuatro Vientos al mar. Para los cubanos su obra adquiere particular relieve por las amplias referencias a la estancia cubana de los pilotos españoles, que se alojaron, primero, en el desaparecido hotel Camagüey (actual Museo Ignacio Agramonte) y en La Habana, en el hotel Plaza, y recibieron cálidas muestras de admiración y cariño en ambas ciudades. Homenajes que Barberán y Collar reciprocaron al donar para los sectores menos favorecidos de cubanos y españoles residentes las cuantiosas sumas de dinero con que instituciones bancarias radicadas en la Isla quisieron recompensar su hazaña".

16 de junio de 2015

La llegada de Ferrocarril Central a Victoria de Las Tunas

Estación ferroviaria de Manatí, Las Tunas.

Al terminar la guerra contra España, Estados Unidos intervino en Cuba y se interesó por su red ferroviaria. Fue así como el ingeniero canadiense-norteamericano William Van Horne asumió la construcción del ferrocarril central, en específico de una línea que enlazara a Santa Clara con Santiago de Cuba.
Las obras comenzaron simultáneamente en ambas ciudades a fines de 1900. Miles de trabajadores fueron contratados. Finalmente, el 12 de noviembre de 1902 se colocó el último tramo de raíles y traviesas cerca de la ciudad de Sancti Spíritus. Se habían tendido 541 kilómetros de vía férrea. Tres días después partió de la estación habanera de Villanueva, rumbo a Santiago de Cuba, el primer tren que cubrió ese itinerario.
El paso del ferrocarril central por la otrora Victoria de Las Tunas tuvo su inauguración oficial el 16 de enero de 1903. Resultó una jornada de celebración. Según el periódico bisemanal El Eco de Tunas, «hubo fiesta y tocaron los acordeones de Florencio Sánchez y Mariano Ramírez».
La estación original era de madera y cinc. Por sus pésimas condiciones, en 1918 el Ayuntamiento Municipal acordó «interesar a la compañía ferroviaria la construcción de un local más apropiado a la importancia de la ciudad». Así, en 1927 se levantó el edificio de mampostería y tejas francesas que todavía conserva incólume aquella estructura.
Leer el artículo completo en Juventud Rebelde

Van Horne visto por el historiador Oscar Pino-Santos

El historiador cubano Oscar Pino- Santos (1928-2004) en plena década del 70, tuvo la dignidad de defender en este ensayo, que además fue "Premio Casa", los valores indiscutibles y la visión de William Van Horne. Otros, en cambio solo supieron ver las manchas:


"Van Horne fue sin duda una de las figuras más interesantes –y en cierto sentido determinante- de nuestros comienzos seudorrepublicanos. A diferencia de otros inversionistas yanquis, meros recortadores de cupones, el famoso fundador de la Canadian Pacific unía a su espíritu de iniciativa y organización una cierta conservadora pero amplia visión de porvenir. Su obra aquí –independientemente de su origen capitalista- no fue por completo negativa. Resultaría demasiado simplista, por ejemplo, desconocer el papel influyente que la construcción del ferrocarril de Santa Clara a Santiago de Cuba jugó en la evolución formativa de la nación cubana. Y parecería menos injusto dejar de reconocer su oposición inicial al latifundio y su honestidad al plantearle al gobierno interventor las ventajas de un régimen tributario que gravara las grandes fincas improductivas y favoreciera el desarrollo de un sistema de pequeñas granjas agrícolas. Como señalo Jenks, “toda la historia social de la República de Cuba habría quedado alterada”, si aquel proyecto se hubiese puesto en práctica. Pero Wood sabía más que eso, y la vida demostró que tales concepciones hubieran sido de todos modos anuladas por las realidades del proceso histórico- económico. Aparte, difícilmente el mismo Van Horne hubiera sido capaz de impulsar exitosamente sus ideas limitado como estaba por su ideología mercantilista y la propia ejecutoria de su carrera en nuestro país. Así el sistema de pequeñas granjas – en sus lucubraciones- no representaban económicamente sino la base de una amplia clientela para su negocio ferroviario y, políticamente no tenía otra sustentación teórica que sus tesis en el sentido de que “los países en que es mayor la proporción de personas que poseen la tierra prevalece el conservadurismo y se desconocen las insurrecciones” . Aparte de ello, Van Horne, el opositor al latifundio en 1900, murió quince años después como presidente de una empresa azucarera –La Cuba Co.- que poseía en Camagüey 500 caballerías y en Oriente 2807".





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13 de junio de 2015

Canadá- Cuba: Sesenta años de relaciones bilaterales (2007)

Como no es mi interés personal adentrarme en el tema de las relaciones Canadá- Cuba más allá de 1915, obvio las motivaciones que sus autores tuvieron para escribir el libro, y que han sido bien argumentadas en los agradecimientos del mismo. Me limito a citar parte del capítulo 1, dedicado al escenario histórico en que comenzaron las relaciones entre ambos países, pasando por el establecimiento del primer consulado de Cuba en Canadá, en el pueblo pesquero de Yarmouth, Nueva Escocia, allá por el lejano año de 1903. Me ha resultado curioso y gratificante el reconocimiento de la amistad que hubo entre William Van Horne y Gonzalo de Quesada, hasta ahora escamoteada o digamos mejor "disimulada" por otros prestigiosos historiadores cubanos, como Oscar Zanetti Lecuona y Alejandro García Álvarez (Caminos para el azúcar. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1987).



"Entre los más destacados hombres de negocios canadienses que vinieron a Cuba a la vuelta del siglo se encuentra William Cornelius Van Horne, descrito con precisión por Peter McFarlane como "el clásico capitalista de la era victoriana" (1). Nacido en Illinois en 1843, Van Horne se convirtió en una leyenda en Canadá por su gestión en la terminación del ferrocarril transcontinental para la Canadian Pacific Railroad Company (CPR). Pronto se convertiría en presidente de esta corporación, obtendría un título nobiliario debido a su proeza ferroviaria, y sería premiado como ilustre ciudadano de Canadá. En una de sus numerosas y arriesgadas empresas (esta vez en las inversiones de pulpa y papel en Québec y Nuevo Brunswick), su socio fue el general Russel A. Alger, secretario de guerra del presidente McKinley desde 1897 hasta 1899. Fue precisamente Alger quien invitó a Van Horne a acompañarlo junto con Eliu Root (secretario de guerra desde 1899 hasta 1909) en una gira alrededor de la Isla en busca de promisorias empresas de negocios. Con compañeros de viaje de esta altura, era evidente que las operaciones comerciales de Van Horne serían muy bien vistas durante la ocupación norteamericana en Cuba entre 1898 y 1902. Su propio talento de hombre emprendedor y su historia en Canadá con la compañía CPR, junto con el claro mercado para expandir a gran escala la red ferroviaria en Cuba, y aquellos vínculos políticos con Estados Unidos, le auguraban un buen futuro en sus intereses de negocios en Cuba a principios del siglo XX. Es importante también reconocer que él cultivaba una amistad con Gonzalo de Quesada, uno de los líderes en la lucha independentista contra España y compañero de José Martí, el líder espiritual de la guerra de 1895-1898. De Quesada se convierte en Embajador de Cuba en Washington después de la derrota de las fuerzas españolas y a menudo fue invitado a visitar la hacienda de Van Horne en Nuevo Brunswick.

Al principio, Van Horne estaba interesado en electrificar el sistema de tranvías de La Habana, un proyecto en el cual Edwin y William Hanson, de Montreal, eran rivales en la discusión por obtener el contrato. Más tarde, luego de haber perdido esa lucha frente a otras empresas, se dio cuenta de que un proyecto aún más provechoso desde el punto de vista financiero sería el de establecer un sistema ferroviario a escala nacional en Cuba. Después de realizar la investigación apropiada y empleando un efectivo lobby en Washington referente a la conveniencia del proyecto, Van Horne ayudó a fundar la Cuba Company, la cual fue constituida en sociedad anónima en Nueva Jersey en 1900. Para 1902, el primer tramo de la línea fue trazado, y Van Horne siguió extendiendo el sistema por unos diez años más, además de comprar los intereses lucrativos del negocio en el sistema de tranvías e ingenios".

(1) McFarlane, Peter: Northern Shadows: Canadians and Central America. Between the Lines, Toronto 1989.

John M. Kirk y Peter McKenna. Canadá- Cuba. Ssenta años de relaciones bilaterales. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 2007. Isbn: 9789590609435

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9 de junio de 2015

La colección de arte de Sir William Van Horne

El escritor, periodista, dramaturgo e historiador quebecois Jean-Claude Germain fue de los que pudo echarle un vistazo desde la acera a la colección de Van Horne, cuya residencia fue demolida en 1973 en un acto que marcó un triste hito para el patrimonio de Montreal:

"Van Horne n’avait pas le réflexe de la chambre forte caractéristique de son milieu. Il n’avait aucune réticence à partager ses passions ou à montrer sa collection de peintures. Pour y avoir accès, rien n’était plus simple. Riches ou pauvres, les amateurs n’avaient qu’à se présenter à sa demeure, rue Sherbrooke, sonner à la porte et solliciter un rendez-vous pour une visite ultérieure. 


Au début des années soixante, sa résidence de plus de cinquante pièces avait conservé le souvenir de cette convivialité. Le soir, lorsque les fenêtres étaient illuminées et les rideaux tirés, on pouvait admirer du trottoir les tableaux de grands maîtres accrochés au mur des appartements du premier étage, dont, pour ma part, un Rembrandt mordoré impressionnant".







Publicado por Sir Martin Conway en "The Connoiseurs. An Illustrated Magazine for Collectors". Vol XII (May-August, 1905)

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