11 de agosto de 2015

Una decepcionante habitación del Hotel Camagüey

En 1921 George H. Ham publicó "Reminiscences of a raconteur. Between the ’40s and the ’20s ", en uno de cuyos capítulos dedicado a William Van Horne, nos cuenta esta penosa anécdota relacionada con la decoración de una de las habitaciones del Hotel Camagüey.



 When Sir William was constructing this railroad, he decided to install a typical railroad hotel in Camaguey, and with his keen eye for detail he had an idea for its decoration.
“Why not fit up one of the parlors,” said he, “with panellings of the beautiful native woods of the island? It seems to me that such a room would interest visitors greatly, and give a handsome effect.”
His suggestion was carried out to the letter. Next time he arrived in Camaguey the hotel was practically complete, and Sir William recollected his hardwood room and expressed a desire to see it. There was a singular lack of enthusiasm on the part of the officials, and they didn’t make any effort to hurry out Sir William, who was deaf, dumb and blind to the beauty of the weather, the excellence of the service, and the sudden death of anybody’s great-grandmother. He wanted to see that hardwood room, and with drooping eyes and ears, everybody, checkmated, led him to it.
It had been panelled in all the different varieties of beautiful native hardwoods, according to schedule, from ceiling to floor. It had given a beautiful effect, as Sir William had foreseen. And then a gang of native painters, putting finishing touches on halls and corridors, had wandered in, observed its painlessness, and given it two heavy coats of ivory white.
Like the black on a colored person, it wouldn’t wash off, and ivory-white that parlor still is and provoked Sir William’s great disgust to his dying day.



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9 de agosto de 2015

Omaja, uno de los pueblos que nacieron gracias al Ferrocarril Central

Jaime Sarusky (Camagüey, 1931- La Habana, 2013) publicó en 2010 una edición corregida y aumentada de su libro "Los fantasmas de Omaja", donde se recogen una serie de crónicas sobre los inmigrantes de distintas nacionalidades (suecos, japoneses, mexicanos y estadounidenses entre otros) que fundaron varios pueblos de Cuba. Me detengo en Omaja y en particular en la persona de Míster Kerr, uno de los tantos "listillos" norteamericanos que se aventuraron a hacer fortuna en la naciente República de Cuba.
La postal de nuestra colección particular, fechada el 24 de marzo de 1921, y enviada por uno de los 2381 habitantes del pueblo (según el censo de 1919) nos queda como recuerdo de este pintoresco paraje cubano, antes de que comenzara su decadencia a finales de los años 2o, resultado de la construcción de la Carretera Central cuyo trazado dejaba a Omaja arrinconada.








PD: En este enlace de Youtube pueden ver un interesante documental sobre Omaja.

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© Jaime Sarusky, 2010

1 de agosto de 2015

El Tesoro de la calle Van Horne

Calle Van Horne. Biblioteca de la Universidad de Miami

Publicado por Eduardo Labrada en "Adelante"

Por estos días se cumplen 86 años del poco conocido incidente que la memoria de nuestra ciudad recuerda como “el caso de tesoro de Van Horne”. Les cuento.
En la mañana del 11 de marzo de 1929 se realizaban obras del alcantarillado y pavimentación de algunas calles principales de nuestra ciudad, tarea iniciada apenas un año antes.
En la plaza del Paradero o del Vapor, lugar donde hacen esquina las calles de Avellaneda y Van Horne, frente al Hotel Plaza, y donde ahora existe un pequeño parque sombreado pero que antes fue descampado espacio preferido por cocheros, vendedores de fritas, ostiones y tamales, una cuadrilla de obreros colocaba adoquines.
Estaban los trabajadores en esa labor cuando dos de ellos, que a fuerza de pico y pala cavaban hacia el centro de ese lugar, dieron a un metro de profundidad con una caja metálica de regular tamaño, perfectamente sellada. 

 Sorpresa. Curiosidad general, pues como la noticia del hallazgo pronto se propaló, un numeroso grupo de personas se congregó en el lugar.

El capataz de la cuadrilla, que debió ser un hombre rápido, exigió se le entregara el tesoro, así dijo, pues como era el jefe de esa fuerza tenía sus derechos y además, si aquellos dos peones no entregaban la caja de seguro que la policía del General Machado ya tendría tiempo de ocuparse del asunto. No por gusto se había colgado a tanto cuatrero.
La insinuación era precisa; un viaje sin escala desde la plaza del Vapor al Callejón del Pollo. Ese callejón es en la actual la avenida Madan Curie, en el reparto Previsora, pero por esos años era lugar preferido por la policía de la dictadura para lanzar los cadáveres de sus víctimas.
Convencidos pues con aquellas buenas razones, los trabajadores entregaron la caja al capataz que, ni corto ni perezoso corrió a buscarse una pata de cabra.
Pero aquí en Camagüey esos bretes vuelan rápido. Como el viento llego la noticia a oídos del ingeniero jefe de la obra quien infirió que, dado que el tesoro había aparecido en aquel lugar, el, que era el artífice del proyecto debía ser sin dudas el elegido para recibir aquel premio caído del cielo.
El ingeniero atajó al capataz en su frenética carrera y le ordenó entregarle la caja o no iba a comer más pan. Ateniéndose por demás a las consecuencias.
El capataz por supuesto entregó la caja....seguir leyendo aquí

Libro de Oro de los Ferrocarriles Consolidados de Cuba (1948)

J. Manuel de la Torre R. publicó en 1948 el "Libro de Oro. Biografías Ferroviarias" que reúne, a manera de homenaje, un bosquejo biográfico de más de cien empleados de los Ferrocarriles Consolidados de Cuba con 35 años de servicios continuos en la empresa. " Las vidas de estos hombres sencillos proclaman, elocuentes y definitivas, los valores del ferroviario cubano que evidencia integridad, nobleza, energía, voluntad y disciplina admirables".
Hemos selecionado a 4 de ellos, por sus vínculos directos con el "Hotel Camagüey" o con William Van Horne:







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20 de julio de 2015

Anuncio del Hotel Camagüey en el Havana Post (1912)

El anuncio apareció en al menos estos tres números de diciembre de 1912. Nótese que el hotel solo ofrecía el "american plan" a razón de entre $4,00- $6,00 por día y por persona.



9 de julio de 2015

Van Horne en la toponimia camagüeyana

La editorial Ácana presentó en la última Feria Cubana del Libro, "Calles y callejones de Camagüey. Entre la leyenda y la historia", del talentoso historiador Marcos Tamames Henderson. La obra quedará como libro de referencia obligada para los lugareños y turistas que quieran conocer un poco más sobre el origen del nombre de muchas de las calles de la ciudad. Es una pena que no haya sido editado con ilustraciones de época y/o actuales, pero comprendemos que el sistema de impresión utilizado no les permite hacer actos de magia. El índice completo puede consultarse aquí, donde también está siendo publicado por entregas, semanalmente. Sobre la proyectada estatua de Sir William Van Horne, de la que se habla en el texto, volveremos en otra entrada.


CALLE NUEVA, VAN HORNE, MARIO ARÓSTEGUI.

Surge con la construcción del ferrocarril en  1909 cortando en dos la manzana limitada por de Francisquito y de Ignacio Sánchez. Se extiende desde San Juan hasta de la Reina. Su reconocimiento como calle Nueva resulta expresión de modernidad, en un paisaje completamente construido.
Su bautizo está en función de reconocer la obra desarrollada en Camagüey por Sir William Van Horne, canadiense que no solo desarrolla el proyecto de trazar el ferrocarril Central de la isla sino además elige la región para los talleres centrales. La propuesta tiene lugar a cargo del concejal Armando Labrada en la sesión del 16 de junio de 1911, junto a topónimos como Campo de Marte, San Luis Beltrán, san Rafael, Santa Rita y San Martin.; pero no se tomó en consideración hasta el 10 de enero de 1922, fecha en que se acompañará de ambiciones mayores: “Colocar un busto en la explanada que forman las calles Avellaneda, Padre Olallo (delos Pobres), Francisquito y estación del Ferrocarril”. La respuesta fue concisa: “se estudiará si hay otra calle con ese nombre y con respecto al busto no es posible, pues allí se erigirá el del Lugareño”. Ante una figura extranjera, por más beneficios que haya traído al terruño, una autentica postura de patriotismo e identidad local.


La propuesta de 1922 estaba a cargo del Comité Pro-Homenaje a William Van Horne y fue analizada en sesión del 30 de mayo, ocasión en la que el concejal Salvador A. Lavera Santana recordaba que ya existía en el reparto Garrido un eje con ese nombre; Juan Acosta Álvarez, por su lado, sugería revocar el acuerdo que había dado nombre a la calle de Garrido y alegaba que la calle Nueva existía “en virtud de haberla abierto la compañía del Ferrocarril de Cuba, en época de Sir William Van Horne, al destruir edificios que allí existían con el fin de construir la actual estación de viajeros”. A ello agregaba el concejal Herrero “que todo el pueblo conoce la calle Nueva con el nombre de Van Horne, puesto que el mismo pueblo le ha designado ese nombre”; perspectiva desde la cual solo se trataba de legitimar en el marco oficial lo que por costumbre ya era un hecho. El 5 de junio de 1922 el alcalde municipal Andrés Morán daba por tomado el acuerdo.
Se rendía homenaje en la calle Nueva a William Cornelius Van Horne (Illinois, Estados Unidos, 1843- Canadá, [Montreal], 1915), quien en 1895 recibiera el título de Sir por la corona británica, y declarado Caballero Comendador de la Orden de San Miguel y San Jorge por sus aportes al desarrollo ferroviario de Canadá.



Los vínculos de Van Horne con el Camagüey surgieron a partir de su contacto con Gonzalo de Quesada y otros camagüeyanos en los Estados Unidos, lo que le hace visitar el Caribe en 1900, ocasión en que muestra interés por construir un ferrocarril centra en la isla, propósito para el cual funda la empresa The Cuban (sic) Company en Nueva Jersey el 24 de abril de 1900. En el proyecto de Van Horne, Camagüey fue una región especial. En abril de 1903, el gobierno cubano le cede en arrendamiento, por un plazo de veinticinco años , el antiguo Cuartel de Caballería , edificado en 1848 a la entrada de La Vigía y el 24 de noviembre de 1909 se hace efectiva la compra que hace de San Zenón de Buenos Aires a doña Catalina Vallejo, camagüeyana radicada en Barcelona. El periódico La Región, en artículo publicado en 1931, validó su figura con dos signos arquitectónicos al plantear:

Camagüey resultó beneficiado por las cualidades de aquel espléndido valiente. A nuestros días han llegado dos de sus empeños eprsonales, La Quinta San Zenón, donde está instalada la Escuela Normal, y el Hotel Camaguey, cuya adaptación dirigió personalmente, y cuyo magnífico patio fue surtido bajo su personal dirección con toda clase de plantas tropicales.

Su rebautizo por Mario Aróstegui arribó a ella posterior al triunfo de la Revolución y tomaba como elemento básico el hecho de que el bar El Capitolio tuvo el mártir de la lucha contra Batista algunas desavenencias con los militares de la dictadura. Con la demolición de este inmueble los veteranos colocaron allí un busto a Aróstegui que fue trasladado luego al parquecito de La Vigía para ser rehabilitado su microparque con el proyecto de la arquitecta Elizabeth García Vitar y el artista de las artes plásticas Jorge Luis Santana.

Mario Aróstegui o Van Horne, como todavía se le reconoce, pertenece al Casco Histórico.

© Marcos Tamames Henderson, 2014
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Mapa digitalizado por la Universidad de Wisconsin.

1 de julio de 2015

Los pilotos españoles Barberán y Collar en el Hotel Camagüey




Aunque ya tiene algunos años, resulta muy interesante la reseña que el periódico Juventud Rebelde hace sobre este libro que narra la hazaña del Cuatro Vientos, la llegada a Camagüey de los dos pilotos españoles, y su posterior desaparición cuando emprendieron el vuelo que los llevaría a México desde La Habana. ¿Un accidente o un atentado tramado por el dictador Gerardo Machado para vengarse de Joaquín Collar por haberse atrevido a tener relaciones con su amante? Hasta el presente no hay nada claro:

"Domingo y Fernández-Coppel comparten la versión oficial de la caída del Cuatro Vientos al mar. Para los cubanos su obra adquiere particular relieve por las amplias referencias a la estancia cubana de los pilotos españoles, que se alojaron, primero, en el desaparecido hotel Camagüey (actual Museo Ignacio Agramonte) y en La Habana, en el hotel Plaza, y recibieron cálidas muestras de admiración y cariño en ambas ciudades. Homenajes que Barberán y Collar reciprocaron al donar para los sectores menos favorecidos de cubanos y españoles residentes las cuantiosas sumas de dinero con que instituciones bancarias radicadas en la Isla quisieron recompensar su hazaña".