Foto: La Stampa
Tomado del artículo de Jesús Lozada Guevara, "Thomas Merton en la isla brillante" (al parecer esta es una versión reescrita del mismo artículo aparecido antes en la web)
"Sus
pasiones regresaron en Camagüey, pero no tenía por qué preocuparse. Santa María
del Puerto del Príncipe no era un lugar peligroso. Yo que soy de allí me limito
a decirle a Tom que no toque esa tecla, que pueblo chiquito es averno grande,
aunque aquella, mi ciudad, no es tan pequeña como la pintan ni tan grande como hubiéramos
deseado. Es gracioso su dibujo: “ciudad muy insípida y soñolienta…en donde
prácticamente todo el mundo estaba en cama a las nueve de la noche”.
En
Camagüey siguió leyendo a Teresa de Cepeda, “bajo las palmeras grandes y
magnificas de un jardín enorme que tenía enteramente” para él. Cintio Vitier
cree que Merton se refiere al Casino Campestre, espacio lleno de árboles de
diversas especies, en el que crece El árbol de la República, como lo llama el poeta
Rafael Almanza; pero creo que se equivoca. El Casino es parque, no jardín, las
palmas solo guardan la avenida que hoy conduce al estadio y, por la costumbre de
las tiñosas de tenerlas por casa, nada de admirable ofrecen. Por debajo de
ellas hay que andar en marcha apurada, y así no se puede leer. Bajo las palmas -flacas,
pestilentes y manchadas- no hay bancos.
Más bien
parece que nuestro amigo describe los jardines del antiguo Hotel Camagüey, antes
Cuartel de Caballería del ejército español y hoy Museo Provincial Julio Antonio
Mella (el nombre correcto es Ignacio Agramonte) Es un jardín de palmeras enormes, con bancos y una fuente recoleta en la
que un niño de bronce orina con inocente desfachatez. Rodeado de arcadas de
medio punto, es un lugar solitario y silencioso, propicio para la lectura.
El Casino
quedaba a las afueras del Camagüey de los años 40, el Hotel a dos cuadras de la
Terminal de Ferrocarriles y a unas cinco o seis cuadras del lugar desde el que
llegaban y salían los ómnibus de la línea Santiago-Habana, en la calle
Avellaneda. Además, para leer en el Casino hay que disponerse a viajar, y los
hoteles de la época estaban distribuidos en las calles del centro, y el Hotel
Camagüey estaba en los inicios de la Avenida de los Mártires.
A favor de
la hipótesis de Vitier está la devoción de Merton por la Virgen de la Caridad,
motivo de su peregrinar. Para ir a saludarla en Camagüey hay que atravesar una
avenida y llegar a un barrio, los de la Caridad, justamente, donde está el
santuario diocesano. A su costado hallamos el Casino Campestre. Era aquella una
zona bien comunicada, los tranvías, los coches, los ómnibus, llegaban hasta
allí; pero el poeta no menciona esa iglesia, sino otra, la de Nuestra Señora de
la Soledad, advocación rarísima, que le acompañó siempre".
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