La vigorosa presión de la ciudadanía camagüeyana, dirigida a rescatar aquella instalación para sede del museo provincial, fue centro de una prolongada batalla cívica desde el 8 de octubre de 1919. En esa fecha apareció publicada en el periódico camagüeyano una carta abierta firmada por Mariana Betancourt, mujer de estirpe mambisa que defendió apasionadamente la iniciativa de crear un museo en la capital agramontina. En su misiva ella emplaza al director del diario local para que divulgara la autorización concedida a ese fin por Adolfo Silva Medrano, nombrado gobernador provincial durante la revuelta politiquera de 1917, llamada La Chambelona.
Dada su combatividad y persistencia, la aguerrida dama fue designada para custodiar los diversos objetos aportados para el futuro museo, misión que disponía de una modesta retribución mensual. A la vez, se le facilitó un local dentro del edificio del Gobierno Provincial para exploner "provisionalmente" las piezas museables acumuladas, hasta tanto se habilitara un inmueble adecuado y fuera aprobado el crédito correspondiente para consolidar la instalación permanente, cuya espera se demoró más de treinta años por uno y otro gobernante de turno.
No fue hasta el tercer año de la Segunda Guerra Mundial que el derecho de usufructo del decadente hotel volvió al estado cubano para su declarada conversión en museo. Ello fue posible al calor del reclamo popular al efecto, coincidiendo con las pérdidas económicas crecientes en el Hotel Camagüey, debidas primordialmente al hospedaje gratuito disfrutado por caciques politiqueros y jefes militares de la plaza, con su séquito adjunto, más las cuentas incobrables acumuladas por consumo sin frenos en el comedor y el bar.
El 15 de noviembre de 1941 se constituyó el comité pro museo Ignacio Agramonte y biblioteca pública. Al propio tiempo quedó integrada la comisión organizadora de la muestra de reliquias históricas en torno al centenario del natalicio del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, la que se presentó del 23 al 30 de diciembre en el entonces hospital infantil de San Juan de Dios. A tal lugar histórico, soldados españoles llevaron a lomo de mula el cadáver del glorioso jefe insurrecto, el 12 de mayo de 1873, para depositarlo allí como trofeo de guerra antes de incinerarlo y esparcir al viento sus cenizas.
La exposición de marras se aprovechó para promover el emplazamiento permanente del ansiado museo, anunciándose que se dotaría con las condiciones requeridas para que hiciera también las veces de memorial, en homenaje perpetuo a todos los héroes y mártires de la Patria. Se planteó, asimismo, como cuestión de honor, el compromiso de rescatar y conservar todo aquello que, como fiel reflejo de una época histórica dada, formara parte del patrimonio cultural o estuviera vinculado al sentimiento nacional y a su desarrollo.
El proyecto en ciernes, dado a conocer públicamente por primera vez, disponía de unas 500 reliquias históricas de diversos tipos, donadas por familias camagüeyanas, y contenía las apasionadas y tiernas cartas cursadas entre Ignacio y Amalia, así como los versos que José Martí, nuestro Héroe Nacional, dedicara a la joven puertoprincipeña Isabel Esperanza Betancourt (con los años madre de Mario Aquiles Betacourt, el ferroviario que echó sobre sus hombros la difícil tarea de propulsar, fundar y dirigir el Museo Provincial Ignacio Agramonte). Estando ella en Nueva York, en 1883, siendo casi una niña aún, Martí le escribió una bonita poesía en su album de autógrafos, que él tituló "A Isabel Esperanza Betancourt". Esos versos aparecen hoy en el tomo 17 de las Obras Completas de José Martí, y el original se conserva en el Museo Ignacio Agramonte, de Camagüey. De aquella inspirada dedicatoria es el fragmento siguiente:
Ariel García Suárez (1924- 2002)
Foto: El poema "Tristeza" dedicado a Isabel Esperanza Betancourt, apareció en el número 32 de la revista de la Asociación Femenina de Camagüey, correspondiente al mes de agosto de 1923.
© www.elhotelcamaguey.com
Cuartel, hotel y museo (1)
El 15 de noviembre de 1941 se constituyó el comité pro museo Ignacio Agramonte y biblioteca pública. Al propio tiempo quedó integrada la comisión organizadora de la muestra de reliquias históricas en torno al centenario del natalicio del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, la que se presentó del 23 al 30 de diciembre en el entonces hospital infantil de San Juan de Dios. A tal lugar histórico, soldados españoles llevaron a lomo de mula el cadáver del glorioso jefe insurrecto, el 12 de mayo de 1873, para depositarlo allí como trofeo de guerra antes de incinerarlo y esparcir al viento sus cenizas.
La exposición de marras se aprovechó para promover el emplazamiento permanente del ansiado museo, anunciándose que se dotaría con las condiciones requeridas para que hiciera también las veces de memorial, en homenaje perpetuo a todos los héroes y mártires de la Patria. Se planteó, asimismo, como cuestión de honor, el compromiso de rescatar y conservar todo aquello que, como fiel reflejo de una época histórica dada, formara parte del patrimonio cultural o estuviera vinculado al sentimiento nacional y a su desarrollo.
El proyecto en ciernes, dado a conocer públicamente por primera vez, disponía de unas 500 reliquias históricas de diversos tipos, donadas por familias camagüeyanas, y contenía las apasionadas y tiernas cartas cursadas entre Ignacio y Amalia, así como los versos que José Martí, nuestro Héroe Nacional, dedicara a la joven puertoprincipeña Isabel Esperanza Betancourt (con los años madre de Mario Aquiles Betacourt, el ferroviario que echó sobre sus hombros la difícil tarea de propulsar, fundar y dirigir el Museo Provincial Ignacio Agramonte). Estando ella en Nueva York, en 1883, siendo casi una niña aún, Martí le escribió una bonita poesía en su album de autógrafos, que él tituló "A Isabel Esperanza Betancourt". Esos versos aparecen hoy en el tomo 17 de las Obras Completas de José Martí, y el original se conserva en el Museo Ignacio Agramonte, de Camagüey. De aquella inspirada dedicatoria es el fragmento siguiente:
No sabes como suaviza
la vida recia, el hallar
niña que sabe llorar
las penas propias y ajenas;
vale más consolar penas,
niña, que saberlas dar.
Ariel García Suárez (1924- 2002)
Foto: El poema "Tristeza" dedicado a Isabel Esperanza Betancourt, apareció en el número 32 de la revista de la Asociación Femenina de Camagüey, correspondiente al mes de agosto de 1923.
© www.elhotelcamaguey.com
Cuartel, hotel y museo (1)
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