9 de abril de 2015

Camagüey: Ciudad en postales

Reproducimos el interesante artículo sobre las postales camagüeyanas publicado por Annerys Fernández Mendoza en el número 16 (2014) de la revista Senderos, que edita la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey. (Pinche en las imágenes para leer)

"Un conjunto fascinante es el de las destinadas a la Avenida de los Mártires por tener la peculiaridad de que todas –en distintas épocas- son del primer tramo, a partir de la singular apropiación de los camagüeyanos del antiguo edificio del Cuartel de caballería. Ediciones de principios del siglo XX lo exponen con la fachada original y otras con la fachada del Hotel Camagüey, con su portal de columnas de madera y la garita. Sin embargo, fueron el patio y los interiores del hotel los más reproducidos. Existen preciosas impresiones de The Cuba Railroad Co. (publicitaba un hotel de la compañía) y series de la Casa Riverita, el Estudio Cortiñas y otros con elegantes dibujos y fotos coloreadas del patio y la agraciada arquitectura interior. Descubren recodos de vegetación, senderos, jardines floridos, hileras de palmas, trepantes enredaderas sobre las arcadas, el pórtico y los tradicionales tinajones. Una vez perdido el encanto, el lugar vuelve a nuevas emisiones al transformase en Museo Provincial Ignacio Agramonte y Loynaz, entre 1945 y 1948. El establecimiento de esta institución reforzó el valor simbólico del inmueble, y aparecieron impresionantes postales como la de Roberts Tobacco Co. exhibiendo el moderno portal de blancas columnas y en lo alto la bandera cubana. Existen tiradas con valiosos momentos del museo, grupo invaluable de piezas que resumen la evolución arquitectónica y funcional del emblemático edificio".







6 de abril de 2015

Revista Antorcha: Homenaje a Sir William Van Horne (1943)


El día 12 de este mes (1) se cumplieron 28 años de la muerte del ilustre hombre de negocios cuya actividad hizo historia en la civilización cubana. Este mismo año, el pasado tres de febrero, se cumplió el centenario de su nacimiento que debe tener para nosotros la significación y belleza de una alborada de progreso.
Ambos acontecimientos tienen resonancia en este homenaje que rendimos como respetuoso tributo a la admirable figura de quien unió las provincias orientales y occidentales, de esta joven República, con relucientes cintas de acero paralelas. Así como sus deudos y amigos habrán colocado ofrendas florales en la tumba que guarda los despojos del grande hombre en el cementerio de su pueblo natal, ANTORCHA dirige sus más aureos reflejos a la memoria de Sir William Van Horne, en pleitesía de admiración.
No puede resumirse el homenaje imperecedero en darle a una calle camagüeyana el nombre del prócer, en hacer mención mención a sus valores en una placa de bronce emplazada en nuestra estación ferroviaria; hemos de destacar en toda su estatura histórica a quien abrió brecha fecunda de civilidad, vena de adelanto económico, corriente de cariño entre los cubanos del este y del oeste: Sir William Van Horne merece y debe tener en el corazón de todos nosotros una lámpara votiva, un incensario que mantenga el recuerdo perenne del eminente ferrocarrilero, nimbado por los humos del afecto y gratitud.
Innegable que Sir William realizó un empeño industrial movido por los impulsos materiales que crean los negocios, pero su rápida y oportuna ejecución y los beneficios que de ello obtuvo Cuba, rodean el gesto de nobleza haciéndolo ascender justamente a la categoría de conquista de civilización.


En el campo de batalla, nuestros heroicos mambises forjaron la libertad a golpe de rudo brazo y a filo de hoja intrépida, y al convertirse en realidad el sueño libertario, el canadiense emprendedor y visionario crea un lazo indisoluble de espiritualidad familiar, tiende la alfombra de rieles por donde van al encuentro todos los cubanos: los hijos de la tierra de Maceo con los coterráneos de Marta Abreu. Sir William con su ferrocarril en las partes orientales acercó a los hermanos de Cuba para disfrutar de la independencia unidos para siempre.
Si la Reina Victoria concedió a Van Horne título de Caballero Jefe de San Miguel y San Jorge, por realizar en Canadá obra ferroviaria similar, los cubanos debemos elevar un ara en el recuerdo a Sir William para admirarlo con los quilates que corresponden a quien abrió un cauce por donde fluye energía, acción, progreso, como contribución patriótica al avance oportuno y veloz de nuestra civilización.
Al construirse el Ferrocarril de Cuba, que con el F. C. del Norte de Cuba constituirían los Ferrocarriles Consolidados de Cuba, Van Horne no solo lograba la reafirmación espiritual entre nosotros, sino el paso seguro hacia la firmeza económica del país. El Ferrocarril de Cuba hizo posible la creación de grandes negocios, el nacimiento de pueblos, industrias azucareras, cultivos intensos de la tierra, bases en que hoy se asienta la economía nacional, que tiene aportes poderosos en las llanuras camagüeyanas y en las montañosas y cálidas tierras orientales.
Tengamos a flor de labio y enraizada en el corazón una prez para el caballero intachable, artista exquisito y sentimental sencillo, que bajo la comba venerable de su frontal sintió la s vibraciones de la idea que su nervio puso en práctica inmediata, para que Cuba en los días primeros de su Independencia, orientara su destino hacia la prosperidad y el progreso.

1. Sir William Van Horne falleció el 11 de septiembre de 1915, no el día 12 como aquí se refiere.

Fuente: Revista Antorcha, Año I, número 3. Camagüey, septiembre 1943. Fondos de la Biblioteca Provincial "Julio A. Mella" de Camagüey. Agradecemos la colaboración de las bibliotecarias Mayelín Ramos y Aida Cortinas.

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4 de abril de 2015

La sucursal del Royal Bank of Canada en Camagüey

Situada en la céntrica esquina de Cisneros e Ignacio Agramonte, en la plaza de La Merced (hoy "de los Trabajadores" y antes también nombrada Charles A. Danna), la sucursal camagüeyana del Royal Bank of Canada, abrió sus puertas en 1904 tal y como se aprecia en la postal que encabeza esta entrada, y posteriormente fue ampliado a lo largo de todo el solar aledaño, colindante con los estudios de Radio Cadena Agramonte, construidos en la década de 1940. El diseño de su fachada fue hecho por el propio Van Horne, quien probablemente también aportó algunas ideas a los arquitectos que proyectaron las sucursales de Antilla y Santiago de Cuba.
En ocasión del 125 aniversario del RBC, celebrado en 1994 se editó el libro "Quick to the frontier" cuyo capítulo cinco, está dedicado a la historia de sus sucursales internacionales (1899-1930)
Los interesados pueden leer el capítulo completo en inglés o francés.



Tout comme la Banque Royale se tenait dans les bonnes grâces du nouveau gouvernement cubain, elle cherchait à consolider son assise dans les milieux d'affaires. Son agence de New York la mettait en excellente posture pour profiter du rapide essor du commerce et des investissements américano-cubains. La banque s'établissait  délibérément partout où elle pouvait faciliter l'expansion des investissements étrangers à Cuba. A cet égard, ses meilleurs clients étaient la Cuba Company de Van Horne et son épigone la Cuba Railroad. En 1903, la banque ouvrit une succursale à Santiago, à Cuba et une autre, un an plus tard, a Camagüey; les deux localités étaient des centres névralgiques dans l'expansion de la production de sucre et de l'élevage.


The Cuba review

À mesure que la Cuba Railroad de Van Home progressait au centre de l'IIe, les succursales de la Banque Royale poussaient comme des champignons. «J'ai le plaisir de vous assurer à nouveau que les comptes bancaires de la Cuba Company et de la Cuba Railroad resteront à votre succursale de Camagüey», écrivait Van Home à Pease. Van Home alla jusqu'à exposer en long et en large a Pease la nécessite de faire bâtir a Camagüey - le siège de sa compagnie ferroviaire - un immeuble «impressionnant pour que les Cubains aient «confiance dans la banque». Amateur doué, Van Home envoya même un croquis de la façade de l'immeuble et suggéra son emplacement. Par l'intermédiaire de son bureau de New York, la Cuba Company obtenait d'importantes avances de la Banque Royale. Lorsque Pease et le président de la banque, Herbert Holt, visitèrent l'ile en 1913, Van Home ordonna à son personnel de dérouler le tapis rouge, car la Royale était «notre banquier»



Versión en inglés:

Just as the Royal Bank cultivated the political good will of the new Cuban government, so too did it seek out a solid base of business clients. With its New York agency, the bank was excellently situated to capture the boom in Cuban-American trade and investment. The bank consciously established its branches wherever it could facilitate the spread of foreign investment entering Cuba. In this respect, its best customer was Van Horne's Cuba Company and its offspring, the Cuba Railroad. In 1903, a branch was opened in Santiago de Cuba, and a year later in Camaguey; both were crucial junction towns in the expansion of Cuban sugar and cattle production. 


Copyright: University of Miami Librairies

As Van Horne's Cuba Railroad pushed down Cuba's central spine, Royal Bank branches sprouted up in the wake of construction. "I take pleasure in repeating my assurance that the bank accounts of the Cuba Company and the Cuba Railroad," Van Horne wrote Pease, "will be continued with your branch at Camaguey." Van Horne went so far as to lecture Pease on the need for an "impressive" building in Camaguey - his railway headquarters - to build Cuban confidence in the bank. Van Horne, a gifted amateur artist, even sent along a sketch of a facade for the building, and he suggested a corner location. 54 Through its New York office, the Cuba Company drew large advances on the Royal Bank. When Pease and the bank's president, Herbert Holt, toured Cuba in 19l3, Van Horne instructed his staff to roll out the red carpet; the Royal was "our Banker."

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30 de marzo de 2015

Brochure: El Hotel Camagüey, 1911 (II)

Seguimos con la segunda parte del folleto editado en 1911 por la Cuba Railroad Company, dedicado a promocionar el Hotel Camagüey y el Hotel Antilla, hasta entonces sus únicos hoteles en Cuba. Posteriormente en 1914, adquirieron y reformaron el añejo Hotel Casa Granda, pero este será tema para otra entrada.






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26 de marzo de 2015

Brochure: El Hotel Camagüey, 1911 (I)

Este folleto sobre el Hotel Camagüey fue publicado por la Cuba Railroad Company el 1º de enero de 1911, justo cuando se cumplían 6 años de haber abierto sus puertas. Existe una edición posterior con algunas fotos en colores, -también en nuestra colección- que se vende como primera edición, pero evidentemente no pueder serlo, pues el Hotel Casa Granda en Santiago de Cuba fue inaugurado  por la misma empresa en 1914. Google Books lo tiene en su catálogo, pero hasta el presente no lo ha mostrado digitalizado.








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23 de marzo de 2015

Comienzo de la obras del Ferrocarril Central en Camagüey (1901)


A las cuatro y diez minutos de la tarde de ayer (8 de diciembre de 1901), tuvo efecto el solemne acto de hacer la apertura oficial de los trabajos del Ferrocarril Central en esta ciudad.
El fondo de la quinta La Caridad de Espinosa en su linde con la finca Garrido, fue el lugar donde se verificó la ceremonia.
Inmensa concurrencia se congregaba en la pintoresca explanada, ávida de ver la consumación de aquel suceso, nuevo para la mayoría de los habitantes de Camagüey.
En un pabellón apropiado al caso, se constituyeron las comisiones oficiales.
Asistieron el Alcalde, señor Mendoza, y los tenientes de alcalde y concejales los señores Betancourt, Moya, Germán, Criado, Hernández, Lamar, Parés,  Ramírez, Elorriaga, y otros cuyos nombres no recordamos en estos instantes.

Vimos, además, la audiencia en pleno, el señor Gobernador Civil interino, el Comandante Militar, el señor Secretario, y catedráticos del Instituto, el jefe de la Guardia Rural, señor Peña, el capitán Suárez, el jefe de Policía, y otras muchas personas que con carácter oficial allí estaban. 
                               
Puente Sobre el Río Zaza. Ferrocarril Central

Campamentos

Dentro de pocos días quedarán instalados cinco campamentos de trabajadores.

A los braceros

Los braceros que deseen obtener colocación en los trabajos del Ferrocarril Central deben dirigirse a los campamentos indicados y entenderse con los jefes de los mismos.

Aparatos y materiales

En las primeras horas de la mañana de hoy han salido para "Guanamaquilla" varios aparatos y materiales con que se ha de dar comienzo a los trabajos.


Tomado de: Fondo Juárez Cano. Archivo Histórico Provincial de Camagüey.

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20 de marzo de 2015

La compra de la quinta San Zenón de Buenos Aires (2)

Entrada a San Zenón de Buenos Aires. Camagüey, circa 1905.

La década del 20 augura serios cambios a San Zenón de Buenos Aires, al punto de convertirse en tema de interés entre políticos, instituciones sociales y privadas y población en general. La presencia en la prensa, local y nacional, la convierte en un símbolo de inquietudes sociales y políticas del período neocolonial, al tiempo que la revela como un código cultural para el territorio agramontino. Para unos, San Zenón significaba una valiosa posibilidad para buscar adeptos en una candidatura presidencial, si lograban convertirla en Escuela Normal para Maestros; para otros, devino posibilidad para que sus hijos estudiaran el magisterio en la localidad. Para el caso de los jóvenes, la idea de ver a San Zenón convertida en Escuela Normal ampliaba la posibilidad de contar con un oficio sobre el cual edificar una vida productiva y útil. El conjunto de aspiraciones que se funden en el antiguo edificio de San Zenón lo hacen merecedor de un espacio en el patrimonio intangible local. La necesidad de un local en función de escuela Normal para Maestros hace que el gobernador provincial Rogerio Zayas Bazán solicite a la Compañía del Ferrocarril de Cuba el arrendamiento de San Zenón de Buenos Aires a inicios de 1923. El señor Galdós, vicepresidente de dicha compañía en La Habana, es el encargado de vincular el asunto con Mr. Lakin, cometido que, según la correspondencia establecida en el tema, se redujo a excusas para visitar a Camagüey y promesas para gestionar el arrendamiento ante los herederos de Van Horne, sus legítimos dueños. A partir de entonces San Zenón comienza a figurar en las primeras páginas de los periódicos. La Región, por ejemplo, bajo el título “¿Por qué no se ha empezado a instalar la Escuela Normal?”, expresó en términos abiertamente irónicos los intentos de arrendar la Quinta de San Zenón, al tiempo que señalaba las condiciones constructivas generales que la hacían funcional para este fin. A este le siguieron otros, entre los que figuraron El Camagüeyano, que abordó las acciones llevadas a cabo por el Ferrocarril de Cuba para lograr disponer del edificio para sede de la Escuela Normal; y en el ámbito nacional, desde la capital, El  Heraldo de Cuba anunció abiertamente: “Un propietario se ha negado a dar en arrendamiento una casa para que en ella se instale una Escuela Normal”. Tales estrategias políticas no fructificaron de manera inmediata, de ahí que los camagüeyanos tuvieran que darse a la tarea de buscar alternativas en otras edificaciones. El interés del Gobernador en alquilar la casa de Temístocles Betancourt, en La Vigía, es prueba de las nuevas iniciativas, gestiones que culminan con la instalación provisional de la escuela en el antiguo Convento Hospital de San Juan de Dios, la cual inició sus clases el 3 de diciembre de 1923. Sorprende que, pese a la significación de este acto, El Camagüeyano no se hiciera eco de ello. La propuesta hecha a mister Lakin y herederos de Van Horne sobre el uso de la quinta parece haberles ocasionado cierta inquietud; de ahí que la sociedad anónima Cuba Land Company (Compañía Cubana de Tierras), oficializada en La Habana el 8 de julio de 1922 y con domicilio en esa ciudad, traslade a su cargo la propiedad de San Zenón de Buenos Aires. El puesto de presidente en la compañía lo ocupaba Mr. Lakin, mientras los herederos de Van Horne eran miembros principales.


San Zenón de Buenos Aires en 1927.

De esta forma la quinta no figuraría en manos de propietarios norteamericanos independientes, sino de una compañía, como lo fuera entre 1850 y 1892, cuando estuvo en patrocinio de catalanes. Sin embargo, aunque el señor Domingo Galdós había logrado inaugurar la Escuela Normal en el Convento Hospital San Juan de Dios, aquel no era el edificio ideal desde el punto de vista funcional; de ahí que el tema de una sede para la referida escuela permaneciera como asunto de debate en el seno del Ayuntamiento. En sesión ordinaria del 10 de marzo de 1925, por ejemplo, en el primer punto del orden del día se exponía la lectura “suscrita por los señores Barreto y otros concediendo un crédito de 3 000 pesos, para construir dos edificios en solar propiedad del Estado en la ciudad de Camagüey, uno para Escuela Normal y otro para la jefatura de obras públicas”. Por su parte, el Plan General de Obras Públicas, remitido al señor Galdós el 30 de junio de 1925, dejó claro que San Zenón de Buenos Aires era objeto de análisis a escala nacional; y entre sus acuerdos, “bajo el epígrafe Construcciones Civiles, en la Provincia de Camagüey, figura la expropiación de la Quinta San Zenón de Buenos Aires y terrenos no urbanizados al Sur del Casino Campestre y ampliación y embellecimiento del mismo”. En medio de la incertidumbre con relación al destino de la antigua cerería, Herbert G. Lakin, presidente de la Cuba Land Company, vende “a favor del Estado Cubano, representado por el doctor Mario Ruiz y Mesa en su carácter de Subsecretario de Hacienda de la República, la finca San Zenón en 80 mil pesos moneda oficial, venta realizada ante el notario doctor Regino Truffin y Pérez de Abreu, siendo registrada la propiedad el 18 de octubre de 1927”.


Tomado de:
TAMAMES HENDERSON, Marcos. Tras las huellas del patrimonio. Camagüey, Editorial Ácana, 2004.

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La compra de la quinta San Zenón de Buenos Aires (1)


San Zenón de Buenos Aires, circa 1905

El 15 de mayo de 1909, ante el notario Don Joaquín Dalmán y Fiter, de Barcelona, la señora doña Catalina de Velasco y Recio concede poder especial a don Juan Sánchez González, natural de Tielve, en la provincia de Oviedo, España, vecino de Camagüey, para que venda a sir William Van Horne la quinta San Zenón de Buenos Aires. Con esta determinación, tras una década de instaurada la república neocolonial, la historia de San Zenón se paraleliza con la de la isla de Cuba, solo que, al cambio de un dueño extranjero por otro, en el caso de Cuba, contrasta la venta de San Zenón, por una camagüeyana, españolizada claro, a un norteamericano. El desarraigo de doña Catalina Velasco se materializa de manera inequívoca y se inicia para el espacio un período en que se contrapondrán americanización y cubana (1909-1960).
Al acto de compra, efectuado el 24 de noviembre de 1909, acude don Juan Miguel Galdós y Belzaguey, natural de Cienfuegos, vecino de Camagüey, con domicilio en el Hotel Camagüey —actual Museo Provincial Ignacio Agramonte— y comisionado de terrenos de The Cuba Company. Representa al señor William Cornelius Van Horne, natural de Illinois, en Estados Unidos de América, y vecino de Montreal, Canadá. El precio, como se ha dicho, ascendía a 20 mil pesos duros, o pesos en oro español, pagados en 101 mil 81 pesetas y 20 céntimos, incluyendo el valor a que se encontraban los giros entre Camagüey y Barcelona. Una aguda mirada a los documentos necesarios para la compraventa dibuja el entrecruzamiento cultural que trae consigo la llegada de los propietarios norteamericanos a San Zenón. Junto al cotidiano título de dignidad, usado tradicionalmente durante la colonia para señalar la limpieza de sangre o legitimidad en la sociedad española: don o doña, se reafirma el de señor o señora, vocablo que acota distinción. Nótese que al nombre de Catalina de Velasco se antepone ahora el tratamiento de señora, que, si bien tenía su uso desde antes, ahora cobraría otra connotación, la de “dueña y señora” de San Zenón de Buenos Aires. Los vínculos de San Zenón con la compañía de los ferrocarriles los americaniza con el de mister. Se introduce, además, un título no conocido hasta entonces, el de Sir, concedido en 1895 por la corona británica a William Van Horne, hecho Caballero Comendador de la Orden de San Miguel y San Jorge por sus aportes al desarrollo ferroviario de Canadá, entre otras obras meritorias hechas en ese país.

William Cornelius Van Horne nació el 3 de febrero de 1843, hijo mayor de Cornelius Covenhoven Van Horne, norteamericano, y de Margaret Minier Richards, natural de Pennsylvania. La disciplina, tenacidad y empeño en el trabajo le permitió lograr el reconocimiento social no solo en su país, sino también en Inglaterra y Canadá. Poseedor de una amplia visión del turismo —logró construir hoteles de verano en el Canadá—, amigo de la pintura desde niño, aficionado a la naturaleza y ya millonario, se retira de los negocios a fines del siglo XIX.



Los vínculos de Van Horne con el Camagüey surgieron a partir del contacto con Gonzalo de Quesada y otros camagüeyanos en los Estados Unidos. Con ellos conoce las posibilidades que ofrecía Cuba como fuente de inversiones en ese momento, aspecto que le hace visitar la isla mayor del Caribe en 1900. El acercamiento a Cuba y a los cubanos despertaron en Van Horne el interés por construir un ferrocarril central, pero halló como obstáculo la prohibición norteamericana de otorgar a los empresarios concesiones de tierras, subsidios y otras ventajas, mediante la Ley Foraker. Ante tal situación, Van Horne traza una estrategia para adquirir tierras en Cuba en secciones que, a la larga, le permitirían construir un ferrocarril. Como resultado, el 24 de abril de 1900, en Nueva Jersey, Estados Unidos, se inscribe la empresa titulada The Cuba Company presidida por sir William Van Horne; y en abril de 1903, el Gobierno cubano le cede en arrendamiento, por un plazo de 25 años, el antiguo cuartel de caballería, edificado en 1848 a la entrada de La Vigía.
No se han encontrado referencias de las condiciones en que se encontraba San Zenón de Buenos Aires cuando pasa a ser propiedad de Van Horne; sin embargo, a partir de 1909, cambiará la fisonomía de lo construido y del área en que estaba enclavada. Un acaudalado, amante de la naturaleza, los fósiles y la pintura, no toma una quinta en el siglo XIX para la producción de velas, hortalizas o explotación animal. Resulta obvio que la sensibilidad de este hombre, de probada experiencia para invertir su capital, le permitió ver en San Zenón el sitio ideal donde pasar ciertas temporadas del año. Ello explica el cambio en la manera de nombrarla, de cerería a residencia; y junto al cambio de nomenclatura, la imagen que proyectaría el lugar para quienes, de una u otra forma, comienzan a relacionarse con ella.
Con la intervención de Van Horne, San Zenón cambia su valor en función del uso que se hace de la tierra. Los admirables jardines creados en los alrededores de la casa desdibujan el pasado esclavo y agrario del período colonial para destacar una estética que, en correspondencia con el modernismo, daba participación protagónica a la vegetación, sin la cual el concepto de residencia de verano estaría incompleto y falto de credibilidad. Con plantas y arbustos de otros ambientes,  Van Horne grabó su huella para que se le recordara en cada rincón del área ocupada por su propiedad, destacándose la conocida bajo el nombre Pan de Indio. El periódico La Región, en artículo publicado en 1931, validó su figura con dos importantes signos arquitectónicos al plantear: “Camagüey resultó beneficiado por las cualidades de aquel espléndido valiente. A nuestros días han llegado dos de sus empeños personales, la Quinta San Zenón, donde está instalada la Escuela Normal, y el Hotel Camagüey, cuya adaptación dirigió personalmente, y cuyo maravilloso patio fue surtido bajo su personal dirección con toda clase de plantas tropicales”. Para los vecinos, el nombre de San Zenón quedó en sus memorias; pero con frecuencia, por el singular aspecto que tomó, muchos comenzaron a llamarla La Quinta del Americano. Aislada de la capital y en las cercanías del río Hatibonico, San Zenón invita al propietario a pasar en ella los fríos inviernos del Norte canadiense, placer declarado con las siguientes frases: “[...] Cuando las canas comienzan a aparecer en el pelo de un hombre, ha llegado el momento de pasar parte del invierno en un clima tropical y no hay que hacer esfuerzo alguno para vivir en Cuba”. En el plano de obras públicas de 1912, se señala esta propiedad bajo el nombre original de San Zenón de Buenos Aires y como dueño a Sr. William Van Horne.
Después de 1910, Van Horne enferma gravemente de reuma y se recupera en su finca San Zenón de Buenos Aires. La casona construida por catalanes, ahora embellecida por el norteamericano, cobra nuevo significado: servir de morada a un extranjero que amó la ciudad agramontina. Como recordará un  buen camagüeyano, dos de sus calles citadinas y una plaza llevan el nombre de Van Horne.
A la muerte de Van Horne, el 11 de septiembre de 1915, por adjudicación testamentaria, San Zenón de Buenos Aires pasa a propiedad de Lucy Adaline Hurd, su viuda, y sus hijos Adeline y Richard Benedict Van Horne, residentes en Canadá. Pero la quinta queda a merced de los arrendamientos que mister Lakin, presidente de The Cuba Railroad Company en Nueva York, aprueba, pues había sido designado por el propietario para ocuparse de la administración de sus bienes en Cuba, tarea que es ratificada por los herederos.


Tomado de:
TAMAMES HENDERSON, Marcos. Tras las huellas del patrimonio. Camagüey, Editorial Ácana, 2004.

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